¿Sol o no sol?… He ahí la cuestión

La piel despigmentada es más sensible a la exposición solar y las quemaduras solares pueden ser el detonante del vitíligo en personas predispuestas a la enfermedad.

El sol es beneficioso para el vitíligo, porque estimula la producción de melanina. Eso sí, hay que tomarlo con mucha precaución, teniendo en cuenta el fototipo de nuestra piel, y controlando los tiempos de exposición.

La exposición solar controlada (o la exposición a través de lámparas de fototerapia UVB de banda estrecha) hace que se potencie la producción de melanina, logrando repigmentar las zonas afectadas.

Sí que es cierto que el sol acentúa la visibilidad de las manchas, al broncearse más las zonas de piel no afectada, por lo que algunos dermatólogos recomiendan emplear protección solar aún más alta en las zonas no afectadas y controlar los tiempos de exposición para evitar quemaduras.

En este sentido, es importante tener en cuenta que los pacientes con vitíligo tienen que utilizar protección solar de forma continua en las zonas expuestas, no sólo en verano. Se recomienda utilizar un Factor de Protección Solar de 30 o más y aplicarlo media hora antes de la exposición, renovándolo cada dos horas o después del baño, y empleando ropa para cubrir las zonas.

Otra buena alternativa para disimular las diferencias entre la piel no afectada y la que sí lo está son los tonalizadores, dirigidos a enmascarar las manchas blancas. No son autobronceadores convencionales. Están desarrollados de forma específica para personas con vitíligo y producen una reacción química sobre la capa externa de la piel, consiguiendo así un bronceado de aspecto más natural.

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