Tecnología al servicio de la dermocosmética

La innovación es uno de los pilares de la dermocosmética. Científicos, ingenieros y la última tecnología están detrás de los lanzamientos en este sector, que se encuentra entre la cosmética y la medicina.

La dermocosmética es la rama de la cosmética que engloba a los productos dirigidos a tratar diferentes afecciones de la piel que están relacionadas con la estética: arrugas, manchas, impurezas…

Estos productos no llegan a ser medicamentos pero sí siguen unos mayores controles que los cosméticos convencionales, dado que se les exige probar su eficacia y calidad. Es decir, tienen que presentar resultados comprobados científicamente para garantizar tanto su seguridad como eficacia.

Terapia lumínica, cosmética personalizada mediante sensores que determinan el estado de la piel… La dermocosmética no para. La I+D se ha convertido en la piedra angular de las principales firmas.

Otro de los campos en el que se sigue innovando cada día es el de los smartphones y las técnicas de reconocimiento facial. Estas últimas nos dicen desde cuál es el maquillaje mas adecuado para nuestro tono de piel o que nos muestran cómo nos quedarían unas sombras o un pintalabios.

Qué es la dermocosmética

Según la Real Academia Nacional de Medicina, la dermocosmética o dermofarmacia es “la disciplina científica, rama de la farmacia, que se ocupa del estudio y fabricación de productos para aplicación tópica, tanto terapéuticos como cosméticos”.

El término empezó a utilizarse en los años 60, década en la que empezó a plantearse la la utilización de cosméticos como complemento a los tratamientos de enfermedades dermatológicas.

Los productos dermocosméticos se sitúan a medio camino entre los medicamentos y los cosméticos.

Uno de sus elementos diferenciadores es que se basan en una selección de principios activos enfocada a evitar reacciones alérgicas.

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